Propaganda negra y propaganda oscura
La tiniebla perfecta contiene todos los colores, toda la belleza del mundo; ella es el color protopático.
Algirdas-JulienGreimas
El color de la oscuridad
Si partimos de la base —preparada en la introducción— de que la propaganda ha sufrido un serio desdibujamiento que ha derivado en la descomposición de sus fines, tenemos los ingredientes para iniciar nuestra reflexión sobre la nueva clasificación de ese trabajo de manipulación política. El propósito del presente capítulo consiste en presentar al lector una nueva forma de entender el concepto “propaganda”, que puede ayudar a asimilar la actitud de los actores políticos, tanto en la ebullición de las campañas electorales como en el trabajo cotidiano, una vez obtenido el poder o, en su caso, una vez derrotados en las urnas. La reflexión que sostiene al capítulo es sencilla: después de un siglo de transformaciones en materia propagandística, estamos viviendo una nueva etapa en la que los elementos morales y éticos de la misma han desaparecido por completo, dando entrada a la modificación de la antigua clasificación (blanca, gris y negra), para dar pie a una nueva concepción de la manipulación política. La estratificación que a continuación se presenta demuestra que el endurecimiento de la lucha por el poder político en la sociedad contemporánea dista de cualquier prurito ético; todo lo contrario: la presencia de nuevos perfiles propagandísticos —como los que se presentarán a continuación— supone la pérdida de cualquier consideración moral o ética, sin distinción alguna entre la izquierda, la derecha y eso a lo que le dicen centro.
La propaganda del siglo XXI solamente encontrará un límite para su compromiso con el poder: los recursos de los que pueda disponer para alcanzar sus metas, a partir de los efectos que la sociedad recibió por la incontrolada mercadotecnia política, esa combinación letal de las ciencias administrativas, la producción multimedia y la absoluta y total ausencia de consideraciones éticas que pudieran detener el arte de producir agravios y despojos para que tal candidato gane una posición política, sin haber considerado jamás que la mentira y la simulación —aun en su propia lógica— tienen límites. La mercadotecnia política llegó para aniquilar al consenso posible aun en las campañas más intensas, porque hizo de la mentira la causa eficiente de cualquier victoria. Y, para colmo de males, las campañas políticas casi siempre han sido construidas por especialistas en manipulación, no por intelectuales ni expertos en políticas públicas. La temible coartada de la mercadotecnia política se cumplió porque el hombre y la mujer promedio están acostumbrados a recibir en forma de bolo alimenticio cualquier idea, cualquier concepto. El analfabetismo político es el más caro de cuantos dispuso la humanidad para controlarse a sí misma. El mundo contemporáneo se mordió la cola con el politing; los delicados mecanismos que separan la persuasión de la manipulación se rompieron por completo. Y ése fue el nacimiento de la nueva propaganda que aquí analizamos.
Jorge David Cortés Moreno
Académico, consultor experto en comunicación política.