El concepto diferenciador de las campañas: negro versus oscuro

Como dice Algirdas-Julien Greimas, “la apreciación es táctil y no cognitiva”;1 en el  caso de la propaganda, bien podría decirse que es táctil y no cognitiva a partir de  una convicción: toda mentira y manipulación funcionan en el terreno del engaño,  no en la demostración de un hecho, de una teoría o de una dislocación asociativa.

Como se sabe, la propaganda es tan natural a la acción política como la fe a cualquier religión. Por ello, la propaganda es hija de la manipulación, de “manípulo”, de aquello que cabe en la mano del encargado de una compañía en el ejército romano;  de la búsqueda del convencimiento mediante una fundamentación que se crea, independientemente de que pueda ser cierta. En la propaganda cuenta la solidez más que la validez, puesto que la prueba de la hipótesis que se pretende posicionar en la mente del objetivo no será jamás patrocinada por el propagandista, a menos que convenga para incrementar el efecto de la persuasión, claro está. Luego entonces,  la nueva clasificación de la propaganda no parte de los medios, de los recursos que se pongan en operación para emocionar, entusiasmar, indignar o encender a la población, al público que se ha considerado como pertinente para un trabajo de tales dimensiones; más bien se entiende desde los fines, de los propósitos que se  pretende cubrir. La propaganda negra y la propaganda oscura se diferencian única-mente por el objetivo a conseguir, porque desde la perspectiva de los insumos no  hay diferencia alguna, como se verá más adelante. Tampoco existe diferencia entre  ambos tipos de propaganda por los estilos argumentativos; si acaso, se encuentra alguna separación entre los mensajes que se envían desde una y otra, pero nada más.

Antes de iniciar la estratificación propiamente dicha de ambos tipos de propaganda, es conveniente delimitar lo mejor posible la definición de cada una de ellas

1

En la segunda parte de su obra Del´imperfection, publicada por Pierre Fanlac Éditeur, (1987). El autor escribió este texto dividiéndolo en dos “empresas”: la “fractura”, o penuria inicial de cualquier vida auténtica, y la “escapatoria”, que no es otra cosa que “el arte-creador de necesidades ante las cuales la semiótica debe hacer acto de presencia”. No en balde cierra  su obra con el famoso “Merr licht!”de Goethe.

Jorge David Cortés Moreno Acerca de: Jorge David Cortés Moreno
Académico, consultor experto en comunicación política.

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